Nuestros viñedos hunden sus raíces en un suelo de composición areniscosa y calcárea, muy pedregoso y con buen drenaje donde las aguas se filtran hasta las capas arcillosas más profundas. Su génesis está en relación con el desmantelamiento de los relieves próximos y de glacis de techo de piedemonte. Nuestra ubicación en el valle del Mendianike, a sombra del imponente Moncayo nos infiere un microclima mediterráneo con rasgos continentales con inviernos fríos y secos y veranos calurosos, con precipitaciones muy escasas en torno a 350 mm/año, que provoca que las raíces penetren profundamente en busca de la humedad del subsuelo.

EL CIERZO viento dominante del Noreste enfría las uvas en verano retrasando su proceso madurativo. Y así, cuando llega su punto de maduración optima, las uvas reflejan con todo su esplendor el poder de la viña que las vio nacer, dando lugar a vinos de gran concentración aromática, frescura y estructura.